miércoles, 9 de septiembre de 2020

Roces, espectros....



El fantasma del oráculo me otea la cara, está frente a mí, clavándome sus cuencas vacias de espectro fugitivo, lo hermoso es q estoy en medio de suelo negro, sagrado, repleto de jarilla quemada, cerca, en la orilla, granaderos esqueléticos marchan en perfecto orden custodiando el río de los finados.... 

Me encanta besar la boca de sombra de los harapientos espectros de la noche,  irme a la cama con ellos....escuchar sus cuentos de reparto de botines, como se cogían prisioneros de guerra después de alguna batalla.

El fantasma me mira cara a cara, le quiero comer la boca espectral y beberme su saliva de alacrán, su simiente de viejo pirata adepto al saqueo y a la huida por las corrientes propicias del cómplice mar.

Quiero sentarme en la barra de tragos de los criminales y beber el ron abyecto del hostigamiento.

Soy y fui un amante aventurero, primero siempre di amor y luego, burlador, me alejé regalando un verso. 

En las tierras infaustas siempre hay granaderos de huesos largos o centuriones cadavéricos y casi calcinados, son los mejores socios, hartos de ver siempre lo mismo, entregándoles algo nuevo, algo con vida, te hacen cualquier recado:

una vez en la Sociedad Rural me ayudaron a juntar dinero para la estatua de Poncio Pilatos, quedó divina, le llevan siempre flores los burgueses de novios con el Estado.

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